25/6/15

¡Kiss en Madrid!

 Bueno, esto ya fue el lunes pasado y estamos a jueves. Lo suyo es que hubiera escrito este post en caliente al día siguiente, pero estos días han sido matadores. Volver de Madrid y tener que prepararse para salir por San Juan, con la consiguiente resaca al día siguiente, no te deja muchas ganas de ponerte a escribir. Pero ahora que vuelvo a la normalidad voy a hacer un par de breves comentarios sobre la experiencia.

Una pasada. El evento fue en el palacio de los deportes, que ahora lleva el nombre de una tarjeta de crédito (para llegar hubo que tomar el metro en Sol, que ahora lleva el nombre de una compañía telefónica; a mí todas cosas me parecen el preludio de un futuro más distópico, pero bueno) pero me pareció un recinto de lujo a todos los niveles, desde la arquitectura hasta los asientos. En los alrededores se respiraba Kiss desde varias horas antes del inicio del concierto, con los bares llenos de gente haciendo tiempo para no tener que pagar los precios que cuesta una cerveza dentro. Gente como, por ejemplo, Óscar Sancho, el de Lujuria, que estaba ahí con sus colegas caldeando el ambiente cerveza en mano. Es una sensación curiosa coincidir como público con alguien a quien has pagado por ver sobre el escenario.

El concierto en sí, todo un espectáculo. Llamas y fuegos artificiales por doquier, plataformas, Gene Simmons volando... flipas; están dando una gira por su cuadragésimo aniversario y los ves moviéndose por el escenario como si tal cosa. No es como Ozzy o Dickinson, a los que ya se les nota el peso del tiempo: los Kiss son eternamente jóvenes y además yo diría que son inmortales. Además, tienen una química con el público que se ve muy pocas veces. En otros grupos tienes la sensación de que vienen, dan su concierto y se van a otra ciudad a hacer exactamente lo mismo. En Kiss tienes la sensación de que es un concierto único, como si fuera el último, no sé por qué.


Temazo tras temazo, un no parar con una setlist perfecta, desde Detroit Rock City hasta Rock And Roll All Nite. Sólo eché de menos dos cosas y estaban fuera del concierto: más cosas en los puestos de merchandising (a ver, sois los motherfucking Kiss y tenéis material para instalar un centro comercial con vuestros productos; esperaba algo más que las míticas camisetas) y algo más de vidilla en los post-conciertos. Ya sé que no se puede esperar mucho de un lunes, pero me cuesta entender que alguien salga del concierto y se vaya directo a su casa.

Increíble. No sé lo que pasará el resto de mi vida, pero seguramente asistiré a muchos más conciertos y estoy seguro de que este no va a bajar del top 5 en ningún momento.

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