10/3/14

¡Bolo de Scorpions en Madrid!

Mi primer disco de Scorpions lo tuve con diez años aproximadamente. Fue un Animal Magnetism que me había grabado un amigo, y, como solía hacer por aquel entonces, le había dibujado mi propia portada para que quedara más guay. Lo dudo un par de veces antes de contarlo, pero venga: en mi portada de Animal Magnetism salían un tigre y un imán, supongo que porque no pillaba demasiado bien el significado de la original. Y desde entonces hasta ahora, que estoy escuchando Love At First Sting, su mejor disco para mi gusto, han pasado unos 17 años. Casi nada.

Por eso me hizo mucha ilusión ir a verlos este finde a uno de los conciertos de su gira de despedida en Madrid. ¿Gira de despedida? Bah, eso no se lo cree nadie, pero qué más da. Lo que realmente importa es que ha sido una noche inolvidable, tanto por el pre-concierto, como por el concierto, como por el post-concierto. Y fue un espectáculo tanto por el grupo como por el ambientazo de Vistalegre (los del Facebook ya habréis visto algunas fotos). Nunca había visto tanto rockero junto en mi vida. De hecho, cuando llegamos allí, un cuarto de hora antes de la apertura de puertas, en un metro en el que pudimos entrar de milagro, nos encontramos con una cola que recordaba al Camino de la Serpiente que tuvo que recorrer Goku para llegar al planeta de Kaito. Ilustro el recorrido con una captura por cortesía de Ángel.

Para hacer más amena la espera fuimos pillando birras en tiendas de chinos que parecían estar estratégicamente colocadas de forma que entre tienda y tienda te diera tiempo a tomarte una cerveza y tener ganas de otra. En fin, un par de latas más y no me entero del concierto; procurad no ser como yo. Total, que entramos tardísimo y nos perdimos medio bolo de Steel Panther, cosa que me tocó un  poco los huevos, y aprovecho este modesto espacio para cagarme en los muertos de la organización. Así no se hace. De hecho no sé si le daría tiempo a entrar a todo el mundo cuando salieron Klaus y compañía, que bueno, las primeras canciones que tocaron fueron de las menos míticas, pero yo quemaría el palacio de todas formas. Nosotros pillamos un sitio en tribuna demasiado ladeado, pero se veía bien de todas formas. Me di cuenta de la sorprendente capacidad que tienen los músicos para dirigirse a todo el público sin dejarse ni un recoveco; incluso salí con la sensación de que nos habían mirado a los ojos a todos y cada uno de los asistentes, como quedándose con nuestras caras. Por cierto, debieron de cepillarse medio Amazonas con la cantidad de baquetas que lanzaron.

Y luego nada, a seguir la fiesta, con un sinpa en el metro Vistalegre - Callao y viajando honradamente desde Callao hasta Argüelles. Salir por los bajos de Argüelles mola; por ahí estoy en mi salsa, al menos todo lo que puede estar uno en su salsa en una ciudad como Madrid.  Pasamos por el Tyrant, luego por el TNT, muy heavy todo, y luego ya lo siguiente que recuerdo es que desperté en la cama totalmente vestido. En serio, tengo que parar de beber. No es que la líe mucho, de hecho nunca he tenido ningún susto de esos chungos, pero ya estoy muy mayor para estos trotes.

Tras esta genial experiencia, y tras la de Maiden de hace unos meses, sólo me queda uno de los Tres Grandes Grupos de mi Infancia por ver en persona: Manowar. Estos ya están muy lejos de lo que eran cuando empezaron, pero intentaré no perder la oportunidad cuando surja.

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