16/5/12

Como conocí a Ted Mosby

Ayer terminó, de forma torpe y visiblemente improvisada, la séptima y penúltima temporada de Cómo conocí a vuestra madre. Al principio tenía la esperanza de que fuera la última, pero los productores han decidido prolongar la agonía de esta magnífica serie un año más. En realidad la serie termina cuando el espectador, cada uno a su ritmo, confirma el triunfo de la ideología dominante, encarnada en Lily y Marshall: el matrimonio heterosexual y monógamo como forma más elevada de relación interpersonal, la perpetuación del modelo patriarcal que, entre otras sandeces, nos repite machaconamente que el día más importante en la vida de una mujer es el de su boda. Nos encontramos en una situación en que todos quieren ser como Lily y Marshall porque asumen que su vida es mejor, más deseable o yo qué sé. La serie empezó con la caída de Ted, poco después fue Robin y finalmente, cuando los guionistas se quedaron sin ideas, Barney.

Dicho esto, ¿qué les pasa a los protagonistas solteros? Parecen condenados a vivir en relaciones absurdas, a repetir errores del pasado y a que sucedan cosas surrealistas como descubrir a sus treinta años que siguen enamorados del amorío que tenían con quince. La vida de Ted Mosby es el paroxismo de todo eso, y desde aquí me gustaría retar a los guionistas de HIMYM a que hiciesen un episodio recopilatorio toda de su vida amorosa: es el Jackass del amor.

Y sucede pasa por dos razones: la primera es que quienes hacen la serie están prolongando artificialmente la vida de una máquina de hacer dinero que ya tenía que haber muerto hace tiempo. Y en segundo lugar, porque Ted siente la necesidad de encontrar a su media naranja; quiere tener una Lily y quiere tenerla ya, porque de lo contrario no se sentirá persona. Y ahí es donde la pifia, porque, ¿cómo vas a construir una relación sólida cimentada en la necesidad? Sí, la próxima temporada encontrará a La Madre y tal, pero ya os adelanto que la situación va a ser inverosímil.

2 comentarios:

Opiniones incorrectas dijo...

Creo que soy la única marginada que nunca vio esa serie.

Luis dijo...

¡Pues a verla! La marginación para los mendigos y los gitanos.