10/7/17

Un día de julio

Llueve. Llevaba todo el año esperando este momento. Tiempo libre para no hacer nada, o mejor dicho, para hacer todo lo que tenía pendiente de hacer desde hace meses. Ver series que tengo atrasadas, leer libros que tengo pendientes, dedicar más tiempo a cuidarme, yo qué sé. La primavera fue bastante difícil, de parar por casa sólo para comer y dormir. Cuando sentía que me costaba mantener el ritmo, pensaba en la alternativa: estar en casa sin nada que hacer era una sensación mucho más agobiante. Al final el agobio de que no hubiera nada que hacer simplemente pasaba a ser el agobio de que no te apeteciese hacer nada. Quizá eso es lo que llaman depresión, o si no, se le debe de parecer mucho.

Ahora por fin tengo tiempo abundante para mí, que me da para actualizar el blog y todo. He visto que han caído las visitas y, si bien antes podía decir que "tengo un blog en el que no entra nadie", ahora efectivamente tengo un blog donde no entra nadie. Tampoco me preocupa demasiado.

Tengo tiempo libre. Ningún remordimiento porque ahora debería estar haciendo algo que estoy dejando para más adelante. Sin embargo, no tengo la mente despejada. Hay un montón de nubes que me no me dejan ver el cielo y me da la sensación de que en cualquier momento me van a aplastar. Hablo de mí y del tiempo. El verano aún no ha llegado.

No hay comentarios: