2/9/16

Leer

Ahora mismo estoy con las Crónicas de la Dragonlance. El segundo libro de la trilogía. Lo he comprado a ciegas en un puesto del mercado de los domingos y he tenido suerte porque después (soy así, lo siento) he mirado en internet y coincide que es la trilogía por donde los entendidos recomiendan empezar a leer la saga. 

El plan era leerme esta trilogía y luego, si me gustaba mucho, seguir leyendo más cosas para convertir la Dragonlance en uno más de mis frikismos y alejarme un pasito más de ser un miembro funcional de esta sociedad para seguir atrincherado en mi mundo nerd. Bueno, pues este plan no va a cumplirse, ya lo adelanto, porque no es que no me esté gustando mucho; es que no me está gustando nada. Los recursos que tiene la narración para que los personajes se trasladen de un lugar a otro en el espacio son ridículos, la expresividad de los protagonistas se expresa el 90% de los veces con verbos relacionados con la mirada (esto es muy cansino), las luchas tienen a veces un punto cómico seguramente involuntario, con los héroes tropezándose y esquivando la muerte por pura potra, etc. Es todo así, no hay por donde cogerlo. Quizá a un chaval de 15 años que no esté habituado a leer le guste, pero yo ya estoy mayor. Ya me siento mayor como para leer literatura fantástica; si encima es mala, apaga y vámonos. 

Esto me lleva a la cuestión que me he planteado. ¿Por qué sigo leyendo algo que no me está gustando? No, en serio, ¿por qué? He perdido mucho tiempo de mi vida terminando de leer libros que no me estaban aportando nada, deseando acabar para quitarlo de en medio y pasar a otro más interesante que tenía esperando en la estantería. Es algo totalmente irracional. Nadie me obliga a leer y no me voy a perder nada si lo dejo. 

No sé dónde he aprendido que uno debe acabar todo lo que empieza. Realmente no lo sé; no recuerdo nada ni nadie que me lo haya enseñado. Pero es necesario desaprenderlo, por tiempo y por recursos mentales. Ante un libro, debo empezar a preguntarme siempre qué es lo que estoy leyendo, por qué lo estoy leyendo y qué voy a aprender, qué me va a aportar a mí para crecer como persona. Ya decía Séneca que vale más leer pocos libros y empaparse a tope (nótese que no cito literalmente) de que leer en plan extensivo como si no tuviesen valor.

Y es que algunos todavía no hemos aprendido a leer.

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