Gravity

Damas y caballeros: por fin he perdido mi virginidad con el cine en 3D. La mayoría de la gente normal se vio Avatar  en su día por todo el rollo de la novedad, pero yo soy como uno de esos viejos que reciben cualquier novedad con suspicacia  y tardan en adaptarse a ellas. Sigo pensando que el 3D es un invento que no aporta mucho al cine y no tiene mucho futuro, y además, poner unas gafas encima de otras gafas me resulta incómodo y me queda fatal. Ahora bien, he disfrutado mucho de Gravity: existe la regla no escrita de que perder la virginidad tiene que ser algo bonito, y en mi caso ha sido muy bonito. 

La nueva película de Cuarón es realmente espectacular desde el punto de vista visual: todo el juego de luces y sombras con el sol, la omnipresente tierra a modo de telón de fondo, lo pequeñas que son las personas y lo grande que es todo lo demás, ese universo impasible ante cualquier cosa que hagamos... Lo más probable es que nunca viaje al espacio, pero gracias ha esta peli al menos he logrado hacerme una remota idea de lo que se debe de sentir cuando sales allí arriba. Por cierto, me he dado cuenta de que estoy muy pez en geografía: sólo he logrado reconocer la península del Sinaí y el delta del Nilo, con su característico caudal de luz artificial. 

Le falla un poco el desarrollo de la trama. Bueno, realmente no es que le falle: está bien, pero me esperaba algo menos mainstream, más gafapastoso. La idea de Sandra Bullock y George Clooney solos en medio de la nada podría haber dado lugar a reflexiones interesantes que completasen todo lo que ya se evoca visualmente, pero en lugar de ello se hizo el más difícil todavía: una americanada. No es que quisiera ver una peli de Tarkovski, pero podría haber tenido algo más de chicha, al menos lo suficiente para disuadir a los adolescentes que piensan (equivocadamente) que son demasiado maduros para ver Zipi y Zape y el club de la canica. 

Gran película, de todas formas. De lo mejor que he visto en lo que llevamos de año. Merece mucho la pena.