9/9/13

Pongamos que hablo de Madrid



1) Tenía por compañeros de habitación a una parejita muy simpática de mochileros que venía de Brasil para recorrer Europa. Eran un chico y una chica, y no llegué a saber cuál de los dos roncaba con más fuerza. En serio, aquello era inhumano y llegué a pensar que igual lo estaban haciendo a propósito para trollear. Menuda nochecita que me dieron. Pero bueno, por lo demás bien. Nunca antes me había hospedado con desconocidos, ni había quedado con semidesconocidos, ni había viajado en metro, ni había probado la fideuá, no había ido solo a un restaurante... me he traído una pequeña colección de primeras veces que me ha venido bastante bien, porque si no no voy a espabilar en la fucking life. Y todavía me queda mucho por espabilar.

2) Pobres hay en todos los sitios, pero allí vino gente pidiéndome dinero por un tubo. Supongo que lo de estar solo y tener pinta de buenazo influye bastante. No soy nada tacaño con los mendigos, al menos con los que no tienen pinta de yonqui de mierda, pero llega un momento en que te agobias y empiezas a sospechar que la ciudad es una especie de mente enjambre que conspira para aprovecharse de ti. El colmo llegó con uno que vino en la estación de autobuses a pedirme dinero porque necesitaba coger un autobús, pero no uno cualquiera, sino el Supra. Menuda jeta. Le dije que no tenía suelto (mentira) y se puso a preguntarme que de cuánto era el billete, que fuera a conseguir cambio y tal. Sí, corriendo. Me costó librarme de él por las buenas. Tengo que aprender a ser borde, porque la gente a la mínima se te sube a la chepa.

2) Yo pensaba que los hombres-anuncio eran cosa de los EEUU, pero en Sol los hay, y en Gran Vía, y me parece que en Princesa también. En Sol hay mucha gente pintoresca que pasa totalmente desapercibida. El sábado por la mañana un activista de los desahucios se subió a una farola para protestar contra la candidatura de Madrid a los juegos olímpicos y la plaza se llenó de policías, con un montón de lecheras y todo. Yo no sé cómo estará el tema de la delincuencia en Madrid porque en ese sentido no he tenido ningún problema, pero vaya, parece que la poli no tiene otra cosa mejor que hacer.

3) El Reina Sofía mola el doble que el Prado y la entrada cuesta la mitad. Y eso que el Prado está muy bien, ojo. El jardín de las delicias gana mucho visto en persona (al fin entiendo en qué consiste un tríptico en la vida real) así como las pinturas negras. Con Velázquez también se disfruta mucho, a parte de con los cuadros obvios, con el retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos y con el del Conde-Duque de Olivares, que lo encarna el maricón de Pumares, y su caballo culón. También me sorprendió lo que yo llamo la Hermana Buenorra de la Mona Lisa, que ni siquiera me acordaba de que estaba allí. Es verdad que tiene un no sé qué; parece que te mira con cara de saber algo de ti que no quieres que nadie sepa. Y que está pensando en hacerte un chantaje.  El Reina Sofía, por otra parte, tiene mucha mierda (aka 90% del arte a partir de los años 50), pero lo que no es mierda, ¡oh! El buque insignia de este museo es el Guernica, que en las fotos siempre me dejó indiferente, pero en persona me pareció impresionante. La parte relacionada con la guerra civil es un pasote, tanto por las cosas que ya conoces como por los nuevos descubrimientos.
Por cierto, antes de visitar un museo recomiendo encarecidamente conocer bien la obra del Hematocrítico de Arte, especialmente Cristo metiéndole a un notas. En el Prado la mitad de los cuadros son reyes y Cristos, y un republicano ateo (lo de ser agnóstico me parece una mariconada) como yo necesita perspectivas menos "académicas", por decirlo así.

4) Flipáis con las pintas que se gastan las teens los sábados por la tarde. Hacen que las de aquí parezcan Teresa de Calcuta.

5) Los bajos de Argüelles son el paraíso para un tipo como yo. Coge los bares de Oviedo por los que suelo parar y multiplica por mil. Eso es. Lo malo es que chapan pronto y no te quedas dentro tienes que buscarte la vida malamente, pero da igual. Y de precio no están mal, a pesar de que todo el mundo vuelve quejándose. Me encontré un bar en el Retiro donde te pedían nueve euros por un cachi de birra, pero eso ya es otro tema. Pides agua y solucionado.

6) En el centro de Madrid también hay putas. No es Casa de Campo todo lo que reluce. Lo sé porque, en ese momento en que la noche se vuelve más oscura antes del amanecer, vino una con su acento de puta (estoy convencido de que existe el acento de puta, al menos el de puta barata, como también existe el acento gay) a sobarme y a tratar de meterme la lengua en la boca, que mantuve cerrada como si me hubiera bebido un vaso de Super Glue. Le dije que no tenía pasta (mentira) y me respondió que daba igual, que follaba gratis (sí, seguro) y que se me notaba húmedo (mentira, y además esa expresión aplicada a un tío me da mucho asco). Encima estoy 90% seguro de que era un travelo, así que ni aun cobrando yo.

7) De la que iba a coger la guagua de vuelta me encontré con el hotel de Atocha en el que había estado con Eva, Sara y el pesao de Javi  cuando fuimos a la Warner. Me pareció curioso acordarme de la calle y todo. Ya no es un no-lugar. O sí, pero menos. Ahora tiene su contexto urbano y todo.

Ha sido una experiencia chachi, tanto cuando he estado solo como cuando he estado acompañado. Voy a empezar a explorar una ciudad nueva al menos una vez al año. En 2014 toca Barcelona fijo, si es que no me vuelvo pobre de un día para otro. Espero poder montármelo para ir en la Diada, aunque caiga de jueves, y así asistir a la tradicional manifa contra España y pillar mucho merchandising indepe. Pero bueno, para eso todavía queda mucho.

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