Ah, se me olvidaba decir que el domingo vi el atardecer desde el bus. Es una maravilla ver el sol hacerse grande y naranja, la sinfonía de colores cálidos sobre esos anchos campos de Castilla que se extienden hasta donde llega la vista. Parece que hasta el momento más insustancial (en este caso viajar con resaca viendo la típica peli mediocre de autobús) tiene un no sé qué trascendente que recordarás antes de morir, cuando toda tu vida pase ante tus ojos en tres segundos y tal.
1 comentario:
Un sábado a estas horas llego a tu blog y me ha gustado. Las vueltas en bus al amanecer también tienen su punto. Sobre todo, cuando se reviven de forma tan real los momentos vividos.
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