3/4/13

Amor y letras

Después de la resultona HappyThankYouMorePlease, Ted Mosby vuelve a la carga con la segunda película escrita, dirigida y protagonizada por él mismo. Esta vez Mosby encarna a un hombre de 35 años que vuelve a su antigua facultad, donde conoce a una joven alumna que aún no ha alcanzado la veintena. Ambos congenian mejor de lo que esperaban y la situación se les termina yendo de las manos, sobre todo al protagonista, a quien la situación le pilla totalmente por sorpresa. 

La peli está ambientada en una facultad de letras (de lo que sea, qué más da) y todos los diálogos, todas las imágenes, todas las interacciones tienen su puntito intelectual, pero sin llegar a la agobiante pedantería de Woody Allen,, lo que obliga a tomarse en serio el visionado de la cinta. Los personajes que aparecen son la típica fauna de los campus universitarios: porreros-perroflautas, bohemios, gente que se va de fiesta y profesores amargados. Aunque no estorban, realmente  no son demasiado importantes para la trama, y a pesar de que aportan cosas interesantes, no puedes quitarte de encima la sensación de que están ahí para que el largometraje no se convierta en un mediometraje. El punto fuerte de la peli es (¡faltaría más!) la interacción entre los protagonistas y, sobre todo, el mundo interior de Ted Mosby, en el que se reflejan perfectamente todas las contradicciones y preocupaciones que aparecen cuando sientes algo por alguien con quien tienes una diferencia de edad considerable. Y es que a veces confundes el estar enamorado de la futura madre de tus hijos con el querer tener la hermana pequeña que nunca has tenido. Esto es así, y es de esas cosas que sólo comprendes de verdad cuando te suceden a ti. (Inciso, por si algún cani del barrio me sigue: no, vosotros no. Vosotros estáis con niñas porque las adultas pasan de vosotros. Esto sólo funciona entre gente con un mínimo de cabeza).

Ted Mosby ha mejorado mucho desde su anterior película, sobre todo como guionista. Estoy seguro de que va a merecer la pena seguir sus trabajos. Quién sabe, tal vez en un futuro no muy lejano acabará ganándose el honor de que le llame por su verdadero nombre y no por el del personaje de la interminable Cómo conocí a vuestra madre. El tiempo lo dirá. 

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