27/2/13

Kim Stanley Robinson - Trilogía de Marte

Esta es la primera vez que me meto a leer el subgénero duro de la ciencia ficción, y realmente creo que he salido bien parado. Al principio pensaba que iba a ser algo hecho para lo que en lengua pedante se suele llamar un "público especializado", pero finalmente no ha resultado ser así. Y no ha resultado ser así porque el autor no es, como podría pensarse a priori, uno de esos científicos que tienen suficiente tiempo libre como para plasmar sus teorías en una novela. De hecho, Robinson es un licenciado en literatura que ha hecho su tesis doctoral sobre las novelas de Philip K. Dick, es decir, que es uno de los mayores frikis de la ciencia ficción del mundo y eso le da cierta soltura a la hora de manejar términos científicos, pero no es ningún científico. Eso le da cierto mérito a la hora de escribir una trilogía de estas características, y aunque algunas de las cosas que se dicen no sean del todo rigurosas (al menos eso comentan algunos críticos, aunque ya sabemos todos que en la crítica literaria hay mucho postureo y poca crítica), la inexactitud científica no es la principal objeción que se le suele poner a la opera magna de Robinson.

El principal "pero" que tiene la trilogía de Marte es que es un coñazo de leer, simple y llanamente. Veréis; realmente el Marte tricolor mola un montón porque trata todos los temas habidos y por haber, desde la psicología más profunda a la fría geología, pasando por la organización social y política de la colonia marciana, que da lugar a establecer paralelismos muy interesantes con las evoluciones y revoluciones de los últimos siglos de nuestra historia. Además, aunque Robinson tal vez sea demasiado optimista con la evolución tecnológica, creo que la proyección hacia el futuro que hace de nuestro presente (teniendo en cuenta que la trilogía fue escrita hace veinte años) es muy acertada y verosímil: Estados-nación en declive, planeta superpoblado y con grandes problemas ecológicos mientras algunas empresas privadas de proporciones colosales se pelean por acumular poder. Tal cual.

Y sin embargo, es un coñazo. El principal problema son esas largas y densísimas descripciones de la geografía y la geología de Marte, un tema que desde luego al autor le apasiona, pero que al lector normal, que no tiene previsto viajar a Marte, le matan de asco. Da la sensación de que la historia avanza tan lentamente como el tiempo geológico, e incluso parece que las escenas de acción transcurren a cámara lenta. La consecuencia es que nunca terminas de meterte del todo en el relato ni te haces amigo de sus personajes, sino que simplemente lees una serie de reflexiones de un escritor de Illinois.

A pesar de todo, las reflexiones de ese escritor de Illinois merecen la pena. Lo que más me ha sorprendido de esta trilogía es que, aunque leer la trilogía de Marte es una experiencia tediosa, cuando cierras el libro (o apagas el ebook, que hay que modernizarse) y lo repasas mentalmente, no te deja la sensación de haber perdido el tiempo. Son unas novelas que te dan nuevas perspectivas a la hora de ver el mundo y te ayudan a echar a volar la imaginación.  O, como a mí me gusta decir, son un punto de partida más que un fin en sí.

2 comentarios:

Leralion dijo...

Yo no paro de decirlo. A mí estos tres libros me cambiaron la vida. Y más precisamente cuando los cerré, como tú comentas. Sí que es verdad que Stanley Robinson es muy denso, sobre todo en descripciones y en psicología de personajes. No se le ve solo en Marte, me he leído otras dos novelas suyas y le pasa lo mismo. A mí en particular eso me gusta, le quita fluidez pero me meto en la mente del personaje. Y en el caso de Marte, su areografía me conquistó, era como si toda la nostalgia y fatalidad de Ann Claybone cayera sobre mí mientras leía. Pero ya sabes que el tío este me conquistó con su polifacético Marte.

Enhorabuena, eres la primera persona que se acerca a esta saga después de aguantarme y ha terminado los tres tomos.

Luis dijo...

A mí Ann siempre me pareció una aguafiestas, o en este caso una dejalasfiestastalycomoestán. Sólo me empezó a molar al final. De hecho, con la mayoría de los personajes me pasó que cuando les empezaba a pillar el punto morían, o desaparecían, o se acababa el libro.

Pero bueno, bien. La experiencia fue dura pero fructífera.