Como muchos sabéis, ayer comenzó la decimocuarta edición de este mítico concurso. La presentación de este año ha estado marcada por los pechotes de Mercedes Milá y miles de bolas de plástico de las que hay en los parques infantiles, que seguramente se conviertan en la seña de identidad de la nueva casa de Guadalix. No lo he visto empezar (empieza demasiado pronto) ni terminar (termina demasiado tarde), pero me ha dado tiempo a ver algunos concursantes y la cosa pinta bastante bien. Un tartaja, una gorda, un gafapasta, una pija de Gijón que se ve a leguas que es tonta hasta decir basta, un fan de Tony Manero, un gótico adorador de Marilyn Manson y una preñada a punto de dar a luz. Bueno, estos dos últimos creo que al final fueron un trolleo del programa y por desgracia no van a concursar. Pero hubiera molado, sobre todo por la idea de querer dar a luz en Gran Hermano: que el niño no nazca como persona, sino como concursante. Y como metáfora.
Pinta que va a ser lo mismo de siempre, pero este año tal vez lo siga. La de Gijón tiene novio y estoy segurísimo de que a la mínima oportunidad le va a poner la cornamenta, si es que no la echan antes (porque tiene todas las papeletas para irse a la primera de cambio). A ella le dará igual que haya millones de testigos, aunque al novio me imagino que le sentará mal. Ay amigo, mala suerte. Hay que pensar un poco antes de echarse novia.
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