9/3/12

El WhatsApp

Aprendí lo que era el WhatsApp hace no mucho. Cuando viajas en autobús un usuario de Whatsapp se reconoce a leguas porque está tan encima del móvil que parece que quiere meterse dentro para quedarse a vivir allí, pero por entonces  yo no sabía por qué tecleaban tanto y tan rápido y me daba un poco de miedo. Aquello era la máquina dominando al hombre. Terminé preguntándole a un colega qué demonios estaba pasando con la gente y la respuesta me dejó más tranquilo, aunque la capacidad del whatsappero para crear una burbuja a su alrededor sigue dándome un poco de miedo. 


Ahora que ya sé lo que es, tengo que preguntarme por qué la gente lo usa para ligar (todavía tengo que decidir si es una pregunta retórica o no). El asunto representa una vuelta de tuerca más a la clásica escena de estar chateando en casa y a la vez comentando la jugada con el amigo de la otra ventana. Ahora puedes estar ligando a distancia en la tasca y comentando la jugada con toda la parroquia, como el que sube al Twitter una foto de su desayuno y luego se olvida de desayunar. 

Esto es por la edad, supongo. Me hace desconfiar cada vez más de la tecnología.

No hay comentarios: