
Y además me ha encantado. Es curioso ver la evolución del personaje a lo largo de treinta años. Al principio, un niño que corría alegre por las calles de Brunete. Al final, un hombre atormentado por la visión del Brunete arrasado por la guerra. Entre tanto, Barea saca a relucir como nadie toda la mierda de la España de hace un siglo: Iglesia, Marruecos, Gil Robles... todos conocemos estas cosas por los libros de historia, pero no hay nada como ponerse en la piel del autor para comprenderlo en todo su esplendor e imaginarse en primera persona toda la hipocresía y la corrupción de aquellos tiempos llenos de huelgas, soldados yendo al matadero y gente muy cabreada.
Como no podía ser de otra manera, me quedo con el último libro. Censura, paseos, bombardeos, escenas gore... y en medio de todo, el amor, relatado (por fortuna) de una manera no cursi. Terminé de leerlo después de una noche de fiesta y antes de irme a la cama, cosa que no había hecho nunca. Sí, engancha.
1 comentario:
Tomo nota, ya me lo leeré.
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