11/12/17

Mi entrevista con "Vodafone"

Me bajé la aplicación de Job Today para probarla, como quien prueba una app de ligar. Hago esta analogía porque los paralelismos entre mi búsqueda de empleo y mi búsqueda de pareja a veces son realmente inquietantes, pero de eso ya hablaré otro día. Vivo en una zona en la que las apps de ligar no funcionan del todo bien porque hay poca gente, y la poca que hay muchas veces es un bot que te invita cariñosamente a una página de contactos par adultos, por supuesto de pago, de mucho pago. En Job Today hay pocas ofertas, y las que hay suelen ser cosas bastante informales como sustituir al camarero que está de baja.

Apliqué a cuatro o cinco en las que más o menos podía encajar y me respondieron casi en el acto de recursos humanos de Vodafone, citándome en una calle random de un barrio random Gijón. Me resultó sospechoso que la oferta no concretase en que iba a consistir el trabajo, sino que simplemente ponía "varios puestos". También me resultó sospechoso que una empresa como Vodafone abriese un proceso selectivo por esa vía, y más sospechoso aún no ver nada parecido a una oficina en la dirección que me habían dado, pero bueno, preferí acudir y salir de dudas que tocarme los huevos en casa un lunes por la mañana.

Llegué allí con una hora de antelación por si el tráfico me jugaba una mala pasada y aproveché para tomar un café. Era un calle residencial, muy de barrio, con un par de bajos comerciales. Me habían citado en uno de esos bajos, que no tenía ninguna marca corporativa y sólo pude saber que era allí porque no podía ser en ningún otro sitio. Entré junto con un chaval más joven que yo y una señora de unos cuarenta años que llevaba un bolso de Fear Of The Dark de los Maiden. Nos recibió una chica de pelo largo y negro, gafas de pasta y piercing en el septum, que nos entregó el típico formulario corporativo (no era de Vodafone) y un bolígrafo cutre (de Vodafone, esta vez sí) para que lo fuésemos rellenando mientras esperábamos. Datos personales, empleos anteriores, aficiones... nada raro. Mientras tanto, la chica subió el volumen de los altavoces y puso algo parecido a reggaetón en el Windows Media Player.

Fui el segundo en entrar. El entrevistador era un chico joven de mi altura, ojos azules, traje azul impecable y... coleta con rastas. Tenía un aspecto dinámico. Estudiadamente dinámico, diría yo. Me imaginé su casa: una mesa repleta de libros del tipo "cómo ser un triunfador", incluyendo el clásico de Dale Carnegie Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, y en la pared un póster motivacional con una foto de un F-16 acompañada de un eslogan sobre la importancia de llegar alto. Sesiones de coaching, etc.

Tomé asiento y sin más preámbulos me explicó que era una empresa que se estaba expandiendo rápidamente por toda España y que se dedicaba a hacer nuevos clientes para Vodafone (vamos, que no era Vodafone) y que la formación de los nuevos empleados consistía en pasar por todas las ramas de la empresa hasta alcanzar un puesto de responsabilidad, si el desarrollo era bueno. La primera rama era la comercial, por supuesto. Y seguramente la última.

La entrevista duró unos cinco minutos. Con mi cuestionario sobre la mesa me hizo varias preguntas, y a cada respuesta hacía un garabato en el margen. Me gustó su actitud en todo momento, a pesar de tener la sensación de estar tratando con una de esas personas que saben mil trucos psicológicos para caer bien. Me informó de que hacia las doce terminarían las entrevistas y llamarían a los seleccionados para la siguiente fase, en la que veríamos el tipo de trabajo a realizar y no sé qué más. Son las 12:41 y la secretaria me ha llamado hace veinte minutos para comunicarme que he sido seleccionado para la siguiente fase, y que tengo que ir mañana ya con la corbata y todo. Me dio la enhorabuena, y ni siquiera me apeteció fingir entusiasmo.

¿Iré? Iré. Por curiosidad, más que nada. Y porque nunca se sabe. Y porque cualquier cosa es mejor que tocarse los huevos en casa un sábado por la mañana.


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