En lo que llevamos de día ha aparecido ya como unas veinte veces la noticia de unos senderistas que despeñaron a un jabalí en la Ruta del Cares. Fue lo primero que vi al consultar mi móvil por la mañana y lo último que vi antes de ponerme a escribir esta entrada.
El vídeo no se ve bien, pero daba la sensación de que el animalillo estaba asustado. Como no entiendo mucho de jabalíes, entiendo que uno en una situación así podría huir o atacar a la desesperada. Y un jabalí atacando no es poca cosa. El grupo humano tampoco debía de saber mucho de jabalíes y guardaba una distancia prudencial; se les veía también más asustados que con ganas de divertirse matando a un animal, o al menos quiero pensar. Mi teoría es que quisieron despeñarle "por si acaso", lo cual no deja de ser moralmente reprochable. Esto es todo lo que puedo decir con el material que tengo.
Ahora bien, ¿y lo de grabarlo en vídeo? Y una vez que tienes el vídeo, ¿cómo permites que tal acto acabe en internet? Cuando deberías borrarlo atormentado por la vergüenza, permites que se difunda y pase de los grupos de Whatsapp a las redes y se haga viral, que todo el mundo sepa el tipo de persona que eres.
Siempre me acuerdo de esa literatura distópica en la que hay cámaras por todas partes para tenernos vigilados 24/7. Lo que ningún autor supo prever es que esas cámaras las pagaríamos nosotros, las usaríamos nosotros, e incluso seríamos nosotros mismos quienes difundiríamos nuestros propios actos deleznables.
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