Reconozco que este señor nunca me hizo especial gracia. Sus formas me hacían perder la noción de lo que estaba contando. Contaba chistes, pero cuando llegaba al final no sabías si era un chiste gracioso o no porque había quedado enterrado entre un montón de jaaaarl y no puedorrr, y de hecho muchas veces ni siquiera podías darte cuenta de si había terminado el chiste o no.
Sin embargo, Chiquito fue un hombre que marcó a una generación. Los Chiquitazos, la república de Chiquitistán con Krispín Klander y Lucas Grijander, las pelis de Condemor y Brácula, las escuelas de imitadores en China. En ocasiones, a pesar de los años que han pasado desde el fenómeno, todavía se le escapa a alguien alguna expresión típica de Chiquito.
Por ello, merece todos mis respetos y mi más sincera admiración. Descanse en la pradera.
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