A veces también me rallo

Hay una cosa que consume una cantidad de mis pensamientos más grande de lo que quisiera desde hace un par de años. Es una minucia, yo sé que es una minucia y visto desde fuera debe de ser una gilipollez como la copa de un pino. Dudaba en contarla, pero creo que voy a aprovechar ahora que me lee poca gente y que esta entrada quedará sepultada entre mil más para desahogarme.

Hace tiempo me lié con una chica, conocida, pero sin mucha relación más que algunas conversaciones ocasionales. Noche de verano y cervezas, lo típico, sin mayor importancia cuando eres joven y soltero. Tras eso, un tipo le contó algo que supuestamente yo había dicho de ella, y ella asumió que era verdad, por lo que se pilló un buen rebote conmigo. Como soy un poco anormal en lo que a relaciones sociales se refiere, consideré que ya vendría a pedirme explicaciones si le interesaba, aunque en el fondo sabía que era una forma de evitar tener que coger el toro con los cuernos y dárselas yo.

Y así hasta hoy.  El chaval que me pegó la puñalada a mí también le pegó la puñalada a ella, pero parece que siguen de colegueo y me produce un sentimiento de injusticia. Según mi filosofía de vida, que no es mía sino que se la he copiado a unos señores muy sabios, el problema de fondo no es que la situación sea injusta porque situaciones de ese estilo me las voy a encontrar en la vida a punta pala. La gente es mala, la gente es imbécil, y cuando hablo de la gente asumo que yo también puedo caer en ello. Es inevitable encontrarse con esas cosas de vez en cuando. Lo que sí es evitable es encajarlas de mala manera. Uno debe escanear constantemente sus sentimientos, identificarlos y aprender a dominarlos como el que domestica un caballo salvaje, o como un jedi.

Espero que este post haya servido para algo. A veces poner las cosas por escrito te hace verlas de forma distinta, te hace poner en orden ideas que cuando mantienes en tu cabeza es como si estuviesen flotando sin ningún rumbo, entrechocándose y mezclándose, creando una sensación de caos que no tiene por qué existir.