14/1/17

Segunda semana de enero

Comienza un nuevo fin de semana. Mientras escribo esto es sábado por la mañana. En la calle hace un frío moderado, no tanto como nos vendía la previsión del tiempo pero frío al fin y al cabo. No se ve mucha gente, el cielo tiene ese tono gris que más que gris parece sucio, y los árboles están desnudos, tal y como corresponde a enero.

Estoy en mi ordenador escuchando un disco de un grupo sueco llamado Katatonia, que va muy a tono con el tiempo que hace fuera. Hoy he despertado deliberadamente tarde porque la idea es que esta noche toca salir de birras, que hace mucho que no salimos, y no soy capaz de soportar una noche de fiesta si he madrugado. Ya no.

Esta semana por fin he avanzado en la dirección correcta, reduciendo sustancialmente mis niveles de procrastinación y vaguerío, en general. Luchando contra esos demonios. Me he puesto a estudiar y he adquirido cierto hábito, he llegado a ese punto en el que todos los días tengo que hacer algo sí o sí, por poco que sea. Una vez que te pones a ello, de hecho, lo difícil es parar: siempre te apetece ir un poco más allá. He empezado a distribuir el tiempo mejor, de modo que ahora a lo más importante le dedico más tiempo y las cosas que no me van a aportar mucho las dejo aparcadas, cuando toca. Antes era justo al revés. Es curioso lo irracionales  que podemos llegar a ser a veces, como si tuviéramos integrado un programa de autodestrucción en nuestro cerebro

Todavía tengo mucho que mejorar en ese sentido. Pero el paso de leer artículos sobre no procrastinar a efectivamente no procrastinar es crucial.

No hay comentarios: