8/2/14

Mi primera Super Bowl

Pues eso. Anoche vi, en diferidísimo, el partido de la Super Bowl XLVIII, que enfrentó a los Seahawks de Seattle contra los Broncos de Denver. Como sabéis, los Broncos son el equipo que Hank Scorpio regaló a Homer Simpson como agradecimiento por los servicios prestados, por lo que este partido tenía en aliciente de poder ver a un equipo que al menos me sonara de algo, alguien a quien animar. Lamentablemente, al final resultó que los Broncos eran tan mataos como Homer había dado a entender ("se nota, que no entiendes de fútbol, Marge") y les cayó tal paliza que incluso a mí, sin tener ni idea, me dio vergüenza ajena. Por resumirlo con una simple imagen:


No sé si el rugby será siempre así (esperemos que no), pero en general me pareció un deporte bastante aburrido de ver, a pesar de los porrazos que se pegan. El juego se para más o menos cada cinco segundos y cuesta seguir el balón. Hay algún touchdown (¡ya sé lo que es!) espectacular, pero de normal no son such a big deal como parecen en las películas.

Ahora bien, no hay que ser ningún lince para darse cuenta de que el partido es lo de menos, porque el fútbol americano, como el europeo, viene a ser básicamente un gran acto de comunión masiva. La Super Bowl son los jugadores, el estadio lleno, los patrocinadores, las cheerleaders, la gente haciendo comentarios en Twitter sin tener ni puta idea, etcétera. Por eso, de ahora en adelante, no dejaré de faltar a mi cita anual con la NFL. El año que viene diré que veo la Super Bowl todos los años, como si llevara haciéndolo toda la vida. La invención de la tradición, como diría Hobsbawm.

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