25/11/13

Los Juegos del Hambre: En llamas

A priori puede parecer que Los Juegos del Hambre es una trilogía sobre la revolución, sobre el levantamiento de un pueblo oprimido contra un Estado totalitario opresor. Algunos incluso podrían pensar que una gran productora capitalista haciendo películas de este tipo en el actual contexto político-económico podría estar tirando piedras contra su propio tejado, que a ver si los chavales que van al cine empiezan a relacionar cosas y la acaban liando parda, o algo.

Pero no es oro todo lo que reluce. La protagonista de Los Juegos del Hambre no es la revolución, no es el pueblo de Panem alzado contra el Capitolio ni nada que pueda evocar remotamente algo colectivo. La protagonista sencillamente es Katniss Everdeen, una muchacha que, además de tener un carcaj mágico que nunca se queda sin flechas, está con dos tíos a la vez y parece no tener ningún reparo moral en ello. Claro, como ninguno es "oficialmente" su novio pues sin problema, a pesar de que está viendo que los chavales lo están pasando mal por ella. Más cínica no puede ser. Además, Katniss demuestra en todo momento que le importa un carajo el régimen y la revolución; sólo lucha por salvar su culo y el de los suyos, y no es muy difícil imaginarse que lo dejaría todo a cambio de un puestecito en algún ministerio. De hecho, si el Estado de Panem no estuviese tan pésimamente gobernado, el presidente Snow ya hubiera comprado a nuestra heroína y fin de la historia.

Pues este personajillo es el símbolo de la "revolución", ni más ni menos. La encarnación de la tan americana idea de que tenemos que darle rienda suelta a nuestro egoísmo porque eso indirectamente beneficia a la sociedad. Y todo ello genialmente interpretado por Jennifer Lawrence, que en todo momento nos deja ver el monstruo que se esconde tras esa carita de niña buena. Porque, a pesar de ser una peli claramente reaccionaria con piel de cordero, En llamas es una buena película. Vedla.

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