Sí, es exactamente lo que parece: un cómic sobre la guerra civil española. Yo no soy muy comiquero y rara vez me da por probar algo distinto de lo que es para mí terreno seguro: manga y Súper López - Mortadelo - Asterix. Pero coincidió que me encontré con esto uno de esos días que te vas de compras, no ves nada y acabas diciendo eso de "pues por mis cojones que no vuelvo con las manos vacías". Y, como Vicente del Bosque cada vez que cambia a un jugador, acerté de pleno.
Malos tiempos, estructurado en torno a una modesta familia republicana que vive en el Madrid asediado por los facciosos, se caracteriza por ser un cómic que muestra en toda su crudeza las vivencias de la población civil: una lucha por la supervivencia marcada por el miedo, el hambre y las enfermedades. Y, para mi sorpresa, lo hace mejor que todos los libros que se han escrito y películas que se han rodado. Se trata de una historia del pueblo, una historia desde abajo, en la que no tienen cabida los grandes nombres ni siquiera a modo de cameo, y en la que sólo puedes identificar los grandes acontecimientos si te sabes la historia de la guerra civil. Para Carlos Giménez, el autor, como para la ciudadanía que moría bajo las bombas, aquello era simplemente "la guerra".
La parte más sobrecogedora es, sin curiosamente, la menos violenta: el fin de la guerra y el principio de la paz de los vencedores. Es difícil ponerse en la piel de (por ejemplo) un republicano comprometido que ve cómo la guerra se pierde y las ratas quintacolumnistas comienzan a salir de sus madrigueras, pero el autor consigue transmitir perfectamente la sensación de angustia que debió de sentir aquella gente, y creo que eso es el mayor punto fuerte de este cómic.
Memoria histórica, en definitva. Y de la buena.
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