26/7/12

El caballero oscuro: la leyenda renace

 No voy a ver Batman al cine desde los años noventa, cuando Joel Schumacher hacía esas pelis tan horrorosas en las que el malo podía ser un Schwarzenegger contando chistes cutres sobre congelarse o un Jim Carrey en pijama. El cabrón estuvo a punto de cargarse la franquicia hasta que la salvó Chris Nolan, con su aceptable (aunque no destacable) Batman Begins y, sobre todo, con El caballero oscuro y su ya inmortal Joker. O Guasón, como dicen en la versión latina.


La trilogía se cierra con El caballero oscuro: la leyenda renace, una peli que, como su propio nombre indica, juega con el concepto de la muerte y resurección,  además de otras metáforas bíblicas que se ven reflejadas con mayor o menor sutileza a lo largo de más de dos horas y media de metraje, diferenciándose una vez más de la mayoría de películas de superhéroes que nos llegan desde Hollywood, tan pródigas en efectos especiales y tan vacías de contenido.

Esta vez el malo es Bane, que en los cómics era una especie de luchador mexicano, pero que en la versión de Nolan es un cruce entre Darth Vader y Hannibal Lecter, con las ideas de un perroflauta del 15-M y los métodos del colgao noruego de la masacre de Utøya. No es muy difícil simpatizar con él, ya que al fin y al cabo es un antisistema que somete a la burguesía juicios sumarísimos para que el pueblo de Gotham pueda ser libre. Otra cosa son los métodos para llevarnos a esa sociedad utópica, pero el caso es que si Nolan quería convencernos de que las ideas libertarias son propias de un pirado psicópata, sólo podemos responderle una cosa: ¡que vivan los pirados psicópatas!

Una vez dejado claro que el malo vuelve a eclipsarlo todo, hay que decir que la peli en general está bien. En la misma línea que las anteriores, quizá con menos chicha que El caballero oscuro, pero sin aburrir, algo que tiene su mérito en las pelis de larga duración. Muy dinámica, con un juego de escenas de acción y momentos de tensa calma que dan muy buen resultado (Nolan logra que efectivamente sean momentos de tensa calma y no el ratito que aprovechas para comprobar si te ha llegado un SMS). Y la Catwoman de Anne Hathaway está a la altura, desde luego mucho más a la altura que la versión de Halle Berry, más propia de una fantasía sado-maso que de la mortal belleza gatuna que se espera del personaje. Lo malo llega cuando el director se columpia presentándonos una batalla homérica de polis contra cacos, con sus combates singulares y toda la pesca. Eso está bien en películas ambientadas hace quinientos años o más, pero en pleno siglo XXI es tan inverosímil que resulta ridículo, incluso en una película de superhéroes.

En definitiva, aunque sigue siendo mejor la segunda, esta tercera entrega es muy digna de su predecesora. Id a verla, que además tenéis el aliciente de poder bromear con que de un momento a otro va entrar un loco en la sala de cine y montar una masacre como sucedió en (dónde si no) Estados Unidos.


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