25/5/12

Cada vez hay mejores mendigos

Esto pretende ser una especie de secuela de aquel día en que me di cuenta de que cada vez había más mendigos. Ahora no sólo es que haya más, sino que cada vez tienen menos pinta de mendigos. En lugar de vestir con andrajos, ir visiblemente sin asear y todas esas cosas que asociamos habitualmente a la mendicidad, ahora son gente perfectamente normal. De hecho, no nos daríamos cuenta de su situación si no fuese por ese cartel pidiendo dinero... o trabajo. Y en vez de tener cara de pena, se ve en su mirada una mezcla entre vergüenza y rabia.

El asunto da un poco de miedo porque ya no es sólo una cosa que se vea por la tele, que ya sabemos que la tele contribuye a hacer ficción la realidad y realidad la ficción, sino que está sucediendo al lado de casa, donde ya no hay ficcionización televisiva ni puestas en escena que nos ayuden a creer que la situación es ajena a nosotros. Mañana puedes ser tú o puedo ser yo.

Yo personalmente prefiero robar, y por supuesto que lo haré si algún día acabo en el arroyo. La deriva económica nos ha dejado el territorio sembrado de centros comerciales e hipermercados tan despersonalizados, tan no-lugares, que robar allí equivale prácticamente a no robar a nadie. Son maquinarias sin rostro en las que puedes servirte tú mismo y asumir el riesgo de que te pille el segurata, que si eres listo no te pillará.

De hecho, los pequeños robos ya están tomando esa dirección. Así que no temáis la crisis, ya que, como dice el eslogan anarquista, hay pisos vacíos más que de sobra y los supermercados están llenos.

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