High School DxD

Esta pequeña serie de doce episodios, adaptada de una novela ligera de Ichiei Ishibum, nos cuenta la historia de Issei-kun, un típico crío pervertido de instituto, que por azares de la vida un buen día logra tener una cita con una tía buena, una diosa de esas con las que muchos ni siquiera osaríamos a hacernos una paja. Pero, también por azares de la vida, la tía resultó ser un ángel caído que al finalizar la cita asesina a nuestro entrañable protagonista. 

La historia se hubiera acabado aquí si después Issei no se hubiese reencanado en demonio gracias a Rias-sama, una demonia de alto nivel que además es una tía buena, una diosa de esas con las que muchos ni siquiera osaríamos a hacernos una paja. De repente, Issei se ve siendo un demonio de bajo nivel rodeado de tías buenas cuya mayor aspiración será formar su propio harén de esclavas, a las que por supuesto podrá tocar las tetas siempre que le plazca. Pero, por supuesto, para llegar a ello habrá que pasar por emocionantes aventuras y superar desafíos varios. Resumo lo fundamental en tres palabras: tetas, tetas everywhere.

Se trata de un anime ecchi de manual, que combina rasgos de la siempre burda comedia de adolescentes con una historia de ángeles y demonios no demasiado original, aunque interesante de todos modos. Queda claro, sólo con verlo de lejos, que esto va dirigido a esos chavales de instituto a los que todavía se les acelera el corazón cuando la compañera de pupitre les roza la mano sin querer. Pero, lo más importante, también hará las delicias de aquellos que, habiendo superado esa época, nos movemos entre la apatía y la resignación de seguir viendo al modelo clásico de tía buena como algo lejano y corremos a refugiarnos en la FNAC con la esperanza de que hipertrofiar nuestro nivel cultural compense otras carencias, como el que se pasa horas y horas machacándose en el gym para enterrar en músculos su subnormalidad. De hecho, no me extrañaría nada ir hoy a la FNAC y encontrarme con High School DxD a la venta.