2/12/17

Se masca la tragedia

No salgo de fiesta un sábado desde mediados de septiembre, y estamos a principios de diciembre. Hubo una época que no fue así. Con veinte años era salir viernes y sábado, y si había alguna fiesta de pueblo pues también. Era un no parar. Recuerdo que muchas veces era salir de viernes, despertar un sábado con una resaca de tres pares y decirme a mí mismo que ni de coña salir de nuevo. Pero ah, me recuperaba y salía de nuevo. También salía en época de exámenes. En esos casos me decía a mí mismo que no iba a salir, decía a todo el mundo que no iba a salir, pero al final acababa decidiendo salir prácticamente el último minuto, no sea que pasara algo realmente interesante. Al final nunca pasaba nada interesante, o casi nunca, pero bueno, me alegro de no habérmelo perdido de todas formas. O al menos no me arrepiento.

En 2017 las cosas son distintas, tanto en la forma de salir, como en la mentalidad, como en la frecuencia. No pasa nada por no salir un finde, ni dos, ni tres. A veces incluso se agradece. El dinero que no te gastas te lo puedes gastar en otras cosas. Tampoco pasa nada por salir de tranquis y volver pronto a casa. Pero también se agradece de vez en cuando, aunque sea muy de vez en cuando, salir a tope, no acordarse de la mitad de la noche y despertarse al día siguiente dando el domingo por perdido. 

Hoy toca una de esas. Espero no haber perdido mucha práctica.

No hay comentarios: