18/8/13

Elysium

Ya está aquí el esperado nuevo largometraje de Neill Blomkamp, el joven director sudafricano que saltó a la fama con Distrito 9. El cine de Blomkamp se caracteriza por introducir en la ciencia-ficción, maltratado género que suele combinar efectos especiales caros con filosofía barata, comentaStar Wars, por ejemplo) y, en el peor, te hacen poner a John Travolta en tu lista de archienemigos (Campo de batalla: la Tierra). No ha sido el caso de Distrito 9 ni es el caso de Elysium que, aun sin tener tanta enjundia como su anterior peli, es lo más digno que he visto en el cine político de ciencia-ficción desde... su anterior peli.
rios políticos de actualidad. No es que sea algo nuevo, pero este tipo de películas te suelen dejar indiferente en el mejor de los casos (la trilogía  nueva de

Elysium viene a ser una proyección hacia el futuro de las tendencias socioeconómicas que estamos viendo en el presente: un planeta superpoblado, unos Estados Unidos donde ya sólo se habla español y una desigualdad tan brutal que los ricos se han ido a vivir al espacio y ya sólo bajan a la Tierra a gestionar sus negocios. Aunque el argumento está más que a huevo para plantearlo explícitamente en clave de lucha de clases, Blomkamp no es ningún Ken Loach (que yo sepa) y orienta la peli hacia el debate sobre la política inmigratoria y sanitaria, siempre en clave individualista: Matt Damon es, al fin y al cabo, un obrerete que busca solucionar sus propias movidas, y a sus compañeros que les focken. El desenlace, además, viene dado por cierto fatalismo, por lo que no es una película que se moje demasiado desde el punto de vista político. Simplemente deja el tema sobre la mesa.

Al margen de estas cuestiones, la película está bastante bien. Lo más interesante es el principio, en el que se nos presenta el estado del mundo, con esa estética underground abajo y ese pijerío arriba, con el día a día del obrero de una fábrica de armas cuasi fordista, con una sublime escena con pateras espaciales en la que queda todo dicho. La actuación de Matt Damon es bastante... meh, el típico héroe de acción. En cambio los malos, especialmente Jodie Foster y William Fichtner, están geniales: no he visto representación mejor de la química que hay entre capital y política. Sólo por estos dos, y por la escena de las pateras espaciales (¡pateras espaciales!) antes mencionadas, ha merecido la pena ese atraco a mano armada que es ir al cine en los tiempos que corren.

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