22/2/13

The Legend of Zelda: Phantom Hourglass

Este es el primer Zelda al que juego "en serio" desde los de N64. Había intentado jugar a uno de la SNES con el emulador, pero este tipo de aventuras se viven más y mejor desde un sofá y no delante del PC. En cualquier caso, y a pesar de que todavía no me termino de acostumbrar a manejar el personaje con el lápiz de la pantalla táctil, tengo que decir que estoy disfrutando mucho de este juego. Tal vez es más fácil de lo que me gustaría, porque las mazmorras apenas plantean problemas y a los enemigos les pillas el punto más rápido que a los Masillas supuestamente indestructibles de Lord Zedd, pero Phantom Hourglass sigue conservando el encanto infantil de toda la saga, esta vez añadiendo el placer de pasar largas jornadas surcando lo mares... disparando a las gaviotas.

De todas formas, hoy venía básicamente a quejarme de las múltiples birguerías de interactividad que tiene la NDS. Yo soy un viejo dinosaurio acostumbrado a los juegos en los que se soluciona todo pulsando botones, y en Phantom Hourglass tienes que hacer cosas tales como apagar fuegos soplando, cerrar la tapa de la consola para imprimir un sello y gritar para que alguien te oiga, por lo que al final parece que estás jugando a Dora la Exploradora... con la diferencia de que de Dora puedes pasar olímplicamente, y al tío que está al otro lado del acantilado tienes que llamarlo sí o sí. Esto puede tener su gracia cuanto juegas en la intimidad de tu cuarto, pero si vas, por ejemplo, en transporte público y la consola te pide que grites, puede resultar un poco embarazoso. Por no hablar de si viajas en avión, donde puedes terminar el vuelo esposado.

Conclusión: nada como la Game Boy de toda la vida, que por cierto, también tiene sus Zeldas.



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