13/11/12

Superpública



Vaya por delante que estoy totalmente de acuerdo con la defensa de la educación pública, sobre todo en la coyuntura actual, en la que nuestras universidades se están convirtiendo en una especie de Auschwitz intelectual y dentro de poco muchos tendremos sacar la nacionalidad de Mongolia para no tener que soportar la vergüenza de decir que somos españoles. Los más listos son los catalanes, que se quieren pirar, y con toda la razón del mundo. 

El caso es que a mí lo del superhéroe que tenemos en las movilizaciones estudiantiles asturianas, que se hace llamar Superpública, no me convence. La idea es buena y creo que es mucho mejor aglutinar a las masas en torno a un símbolo que en torno a una persona (Duffman no muere, sólo el actor que lo interpreta), pero el personaje me da repelús. Lleva la cara totalmente cubierta, como si le hubieran puesto una bolsa en la cabeza, y no me puedo quitar la sensación de que el tío se va a ahogar. Me produce cierta angustia. Además es un traje de licra tan ajustado que no es que se le marque el paquete, es que se podría hacer un auténtico estudio anatómico sobre el pene sólo con verle de lejos. Y no hablemos ya de los pezones, que aquí suele hacer fresquíbiris la mayor parte del año. Es conjunto es una especie de Flubbel tirillas mezclado con aquel Enigma que salía en Batman Forever y que no era otra cosa que Jim Carrey en pijama. No me gusta. 

 En cualquier caso, los movimientos sociales de todo el país deberían tomar buena nota y empezar a crear superhéroes. Pero no superhéroes que se quejen y hagan un poco de showman, como es este caso, sino que repartan hostias. La burguesía tiene a Batman, y nosotros necesitamos algo como el Hijo Rojo de Superman, del que espero hablar más adelante, por cierto.

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