Cómo cambiar el mundo

No os podéis perder algunas de las ideas de acción que hay para las movilizaciones de este 15 de octubre: murales, besos de colores, dibujitos, flores... y ataques psíquicos contra las bolsas.  Lo del ataque psíquico quizá podría funcionar, oye.  

El movimiento hace especial hincapié en la no violencia porque intenta atraer al mayor número de gente posible. Pero una cosa es la no violencia y otra es echarse a la calle para pintar con los dedos como los niños de cinco años, dándole un tono supuestamente reivindicativo que muchas veces resulta ser tan aséptico que equivale a decir nada. Como un eslogan inventado por un niño de cinco años. Lo único que logras así es salir por la tele y que se rían de ti no solamente los políticos y los banqueros, sino también tus vecinos, tus amigos, tu novia e incluso tu perro, si me apuras.

Para cambiar algo hay que mojarse el culo, y si es necesario saltar por encima de la ley (como el rey), pues se salta sin ningún problema, porque las leyes están hechas para que los que cortan el bacalao puedan ignorar sistemáticamente lo que pasa en la calle sin que ello tenga consecuencias. Y ese es precisamente uno de los motivos por los que se ha montado todo esto.