21/12/12

¡El fin del mundo! ¡A follar!

En primer lugar, gracias de toda corazón a todos los que os habéis molestado en advertirnos de que eso del fin del mundo es una chorrada y nos habéis aportado miles de datos y explicaciones científicas para demostrarlo. Gracias. De no ser por vosotros, no nos hubiéramos dado cuenta y hubiéramos cometido alguna locura como gastarnos un pastón en construir y equipar un búnker, o directamente suicidarnos.

En segundo lugar, habéis intentado explicárnoslo de la forma más enrevesada posible y os habéis pasado por el forro lo más básico: que el fin del mundo para los mayas no es el mismo fin del mundo que el nuestro. Al contrario que nuestra aburrida concepción lineal del tiempo, con su principio y su final, para los mayas (y para muchas culturas sudacas) el tiempo es cíclico, por lo que el "fin del mundo" sería el fin de una era y el comienzo de otra. En ese sentido, hace unos meses un ministro boliviano dijo que la nueva era supondría el fin del capitalismo representado por transnacionales como Coca-cola, y El País se puso a contarnos que hoy Bolivia iba a prohibir dicho refresco, supongo que por una mezcla entre ignorancia y ganas de engañar a la opinión pública para defender los intereses de unos peces gordos.

Dicho esto, mi actitud hacia el fin del mundo se mueve entre un "no me importaría" y un "me gustaría". El cantante de Mamá ladilla está preguntándose por Twitter que si vienen ya esos putos meteoritos (sic), aunque yo preferiría un apocalipsis zombi y/o nuclear, o algo más original como que nos quedásemos todos ciegos, en plan novela de Saramago. En cualquier caso me va a parecer decepcionante que la vida siga como si nada. Los motivos son varios y bastante frívolos, pero el más inmediato es que voy a tener que asistir otro año más a la siempre aburrida cena de Nochebuena. Salvadme. 

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