4/12/11

In time

Andrew Niccol, que se hizo famoso con Gatacca, nos presenta ahora una interesante distopía ambientada  en un futuro no muy lejano cuya principal característica es que todo el mundo deja de envejecer a los 25 años. En la flor de la vida, vaya Esto sería una utopía de no ser por que, a cambio de este chollo, se activa en el brazo un reloj que indica el tiempo que queda de vida. Ese tiempo es la única moneda de curso legal y, como consecuencia, el gran problema es que la mayoría de la población vive todos los días al filo de la muerte mientras unos pocos son casi inmortales.

Es evidente que una película así no puede no molar. Con una estética futurista (pero sin pasarse), plantea, de forma poco sutil, varias cuestiones interesantes y con cierto puntito de subversivas en torno a la distribución de la riqueza, que cual académico pedante, entretienen a la vez que enseñan. Y todo eso, paradójicamente, sin dejar de reproducir al 100% el valor supremo de nuestra sociedad: esa vitalidad y belleza juvenil con un toque de glamour, que encarnan a la perfección Amanda Seyfried  y Just-in-Timeberlake (juas juas juas).

Es una verdadera lástima que la película se desarrolle de forma tan torpe. Como dando palos de ciego. Es un guión que parece dar vueltas sobre sí mismo hasta que decide convertirse en Bonnie and Clyde, con unos personajes estereotipados y sin personalidad, en parte porque los actores que los interpretan son  actores esteotipados y sin personalidad.

Como he dicho antes, la película mola porque no puede no molar. El tema es interesante desde que Proust se puso a buscar el tiempo perdido. Pero podría haber llegado a ser la película del año, una de esas que citan como ejemplo en todos los manuales de cine, y sin embargo se ha quedado en una peli palomitera de finde, sin más.

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