Pues Rebecca Black no está tan mal

Que sí que sí, que tiene un timbre de voz horroroso y todo lo que queráis, pero Rebecca Black mola. Yo veo el vídeo de Friday día sí y día no desde hace bastante tiempo y, aunque para ponerme a tono los viernes prefiero otros estilos, todavía no he dejado de disfrutar con esta chica. Es una niña de catorce años haciendo realidad la versión del sueño americano de la gente de su edad. Seguro que va al al clásico instituto con equipo de rugby propio en el que existe una fuerte jerarquización basada en (por este orden) el aspecto físico, la posición relativa en las redes de sociabilidad y las actividades de ocio. Y seguro que ella no era nadie antes de ser esa Rebecca Black que protagoniza un videoclip en el que un negro va a buscarla en coche rapeando no sé qué, y ahora ha conseguido destronar a la jefa de las animadoras como persona-más-popular-del-high-school mediante el acto simbólico de asistir al baile de fin de curso acompañada por el capitán del equipo.

Pero en fin, también es cierto que los de letras tenemos la costumbre de ponernos a hacer sesudos análisis de cualquier chorrada para pasar el rato. Y sacamos mucha chicha. A veces lo escribimos y le ponemos un título rimbombante, como por ejemplo: cultura de masas y microfísicas del poder en la adolescencia: el caso de Rebecca Black desde una perspectiva foucaultiana. O si eres feminista: el Teen Pop como instrumento de dominación patriarcal: análisis interpretativo de 'Friday' de Rebecca Black. O si eres marxista: las empresas discográficas y su relación con la reproducción de la hegemonía cultural sobre la fuerza de trabajo: Rebecca Black y el proceso de aculturación de las clases populares. Todo eso, después de poner a pie de página las correspondientes doscientas citas a Bourdieu, acabará en alguna revista de ciencias sociales. De ahí pasará a la fotocopiadora, y de ahí, a la carpeta de algún despistado alumno de universidad que hará análisis sesudos respecto al tema. Es el ciclo de la vida.