21/9/11

Espe

Esperanza Aguirre es una liberal de las de Hayek y Friedman. Esto quiere decir que en un determinado momento de su vida ha comprendido el funcionamiento teórico de la mano invisible, se lo ha tomado como el E=mc² de la política económica y a partir de ahí ha renunciado a seguir pensando. Es algo perfectamente respetable, porque al fin y al cabo no todo el mundo tiene tiempo para darle vueltas a determinados temas y es necesario tener al menos una referencia a la que agarrarse para no perder la cabeza. El problema viene cuando gente así llega al gobierno de cualquier sitio y necesita adaptar la realidad  a su visión del mundo. Lo que hace un liberal ultra en el gobierno (como es el caso) es boicotear los servicios públicos para decir que los servicios públicos no funcionan porque son públicos.

Ahora va a por los profesores y encima les vacila. Los políticos pueden engañarnos con el tema de los controladores aéreos, por ejemplo, porque no tenemos ni idea de qué va el asunto, o incluso con los trabajadores de los astilleros o cualquier industria de la periferia de nuestras ciudades. Pero no con el tema de la educación; al colegio hemos ido todos, conocemos a los profesores y sabemos de sobra lo que hay. Y no sería nada descabellado pensar que la Espe pretende que los futuros votantes salgan todos para que la sigan votando a ella.

2 comentarios:

Leralion dijo...

Yo tengo la sensación de que muchos políticos actuales están haciendo algo que no se hacía antes con tanta frecuencia, o al menos con tanto descaro: insultar públicamente. No paro de leer en los periódicos comentarios descalificativos y desaires en boca de ciertos políticos; y lo que más me llama la atención es su impunidad. Porque a estos señores no sólo no se les pide la dimisión, sino que a veces incluso salen (re)elegidos en las urnas. ¿Somos idiotas o qué?

Luis dijo...

Saben que se lo pueden permitir; la campaña electoral muchas veces consigue que se olvide el resto de la legislatura. Y claro que se les pide que dimitan, pero todo eso queda ahogado entre las miles de peticiones de dimisión frívolas que se hacen los políticos unos a otros.

El último libro de Manolo Castells intenta explicar desde la teoría de redes cómo funcionan concretamente estas cosas. A ver si echa algo de luz.