20/8/11

Super 8


Antes que nada, quisiera decir que formar parte de la Fuerza Aérea del ejército de los Estados Unidos debe de ser la leche. Están metidos en todos los jaleos y viven continuamente experiencias emocionantes que a los civiles ni siquiera se les permite conocer. Además es un curro bastante seguro dentro de lo que es el ejército, porque últimamente sólo hay guerras contra países que en la defensa tierra - aire, y por supuesto aire - aire, lo único que pueden hacer es correr. Dicho esto, vamos al tema.
 
La peli empieza bien. Y sigue bien. Esa serie de explosiones en cadena podrían habérselas ahorrado, pero un guión bien hecho ayuda a olvidarlas pronto: sigue bien. Me está molando. Dale caña, J. J. Abrams, sigue así, no pares. Y de repente, casi como un ninja, aparece la típica escena emotiva que marca la calma que precede a la tormenta. Me temo lo peor y lo peor se cumple: Super 8 se convierte en una película de catástrofes normal y corriente. Mezclada con Los Goonies, eso sí. Pero cuando haces una peli de catástrofes da igual con qué lo mezcles, porque es difícil apreciar esas sutilezas con todo el espectáculo de fuegos artificiales que te ofrecen los señores Abrams y Spielberg. 

Si vais a verla al cine, pedidle a quien esté en la taquilla que os cobre un par de euros menos, porque la última media hora resulta ser una larga, agónica y ruidosa marcha hacia ninguna parte, con un final facilón que responde a pocas o ninguna de las preguntas que te has ido haciendo a lo largo de la parte que mola.

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