Ayer me acordé de esta serie mientras celebraba mi cumpleaños viendo Holocausto samurái. Pasó fugazmente por no sé qué canal de televisión durante no sé qué verano del cambio de siglo y, aunque vino anunciada a bombo y platillo, se fue sin hacer ruido alguno, discretamente, sin que nadie la echara de menos. Porque era un auténtico bodrio.
El argumento (jóvenes intentando vivir en sociedad en un mundo sin adultos) era jugoso porque representaba una sustancial diferencia respecto a las habituales series de adolescentes ociosos con la cabeza llena de frivolidades, pero ya desde el primer capítulo fue una decepción. Que vivan los adolescentes ociosos y frívolos. Yo creo que buena parte de la culpa, más que al guión u otros aspectos técnicos, se debe a esa estética post-punk perroflauta-salvaballenas, que llegó a convertir una buena idea en un desfile de horteras. Y es curioso, porque la temática post-apocalíptica, por sí sola, ya te garantiza un cierto nivel en el molómetro (como los zombis, extraterrestres, etc.). Esta serie ni siquiera alcanza ese nivel, así que voy a cortar ya el discurso porque me estoy empezando a poner de mala hostia. Sirva esta entrada para que la humanidad no vuelva a cometer errores del pasado.
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