8/8/11

El origen del planeta de los simios


Dicen que a Andy Serkis, ya conocido por ser el actor que ha dado vida a Gollum y al nuevo King Kong, le podría caer un Oscar por su papel de César en la precuela de El planeta de los simios. Sería justo. En primer lugar, porque Serkis se lo merece, no sólo por esta peli, sino por toda su trayectoria, y en segundo lugar, porque darle el premio a alguien que hace de mono sería una buena manera de pegarle un toque a la industria de Hollywood, que semana tras semana llena nuestras salas de cine con más de lo mismo.

Rupert Wyatt hace una película partiendo de una buena idea y la presencia constante de monos en la pantalla (es difícil que algo donde haya monos no mole), así que sencillamente se dedica a no meter la pata, o al menos no meterla hasta el fondo, por lo que el atractivo de la cinta se basa en el carisma de César, que destaca sobre un guión no demasiado sesudo, pero tampoco tonto. Eso sí, no puedo dejar de hacer una mención especial al inteligente que incluyó en los simios normales patrones culturales humanos, y sobre todo, al que creyó que nadie se iba a dar cuenta de que la niebla del Golden Gate aparece y desaparece según lo que le convenga a la acción (¡ya podía ser así la vida real!).

Conclusón: una peli mucho más digna que el insustancial y aburrido remake de Tim Burton, pero que nunca pasará de ser un superestreno palomitero de verano. Lo que de verdad demanda el pueblo no son más remakes con efectos especiales épicos, ni precuelas, ni secuelas: hacen falta musicales.

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